jueves, 13 de marzo de 2014

Entre fandangos y alegrías

Todo el mundo sabe qué es el flamenco pero, ¿realmente lo sabemos?
Aquí os presento una caza del tesoro para acercar el flamenco a nuestros alumnos.

viernes, 12 de abril de 2013

Campaña de verano de Andalucía

En este blog iremos aportando diferentes recursos para llevar al aula de ELE la variedad de habla andaluza y su cultura. Empecemos... Para romper el hielo, podemos reproducir en clase este vídeo publicitario de Andalucía. Como veréis, aparecerán una serie de lugares característicos que los alumnos podrán ir identificando. En caso de que haya lugares que no conozcan, el profesor podrá proporcionarles breves descripciones de una línea o dos para que puedan relacionarlas con las imágenes del vídeo.

Un descubrimiento y un gran comienzo



Aquí empezó todo, en Besançon, una pequeña ciudad del Franco Condado francés a la que sus amigos íntimos llaman Besak. Hace ya casi tres años, mi vida encontró un camino acorde a mi personalidad, mis creencias profesionales y mis ganas de poner mi granito de arena en ser útil a una sociedad que crece y evoluciona a pasos agigantados. 
Hasta septiembre de 2010 no sabía muy bien qué orientación darle a las cosas que me gustaban, los idiomas. Aquel año empezaba 3º de Traducción e Interpretación en Université de Franche-Comté con un programa de movilidad Erasmus, el que me ayudaría a encontrar ese objetivo, ese sueño por el que luchar. El éxito de esta experiencia no solo lo dio el lugar, aunque esto influyera en gran medida, sino también el entorno en el que me moví, esas personas que hicieron de mí una caja llena de positividad, de ganas de conocer lo desconocido, de enfrentarme a mis desafíos. Son personas que te dan ese sitio en el mundo donde tú eres una pieza más del puzle, una pieza con la que todo lo demás encaja y sin la que nada es lo mismo. ¿Por qué hablo de mi experiencia personal? Porque mi actitud ante todo lo que me rodeaba y ante la vida hizo posible, de un modo u otro, que diese el primer paso para descubrir mi verdadera vocación: la docencia.
He de decir que vengo de una familia de docentes. Durante toda mi vida es lo que he visto en casa, es lo que he oido en reuniones familiares, en resumen, es lo que he "mamao" desde pequeñita, como diríamos en Andalucía, la tierra de donde vengo. Sin embargo, por mucho que oía o veía siempre pensaba que la docencia no era lo mío. Supongo que fue debido a la imagen que tenía del profesor por aquella época en la que mi edad no superaba la quincena, la imagen de un pobre hombre o una pobre mujer que luchaba por poder dar su clase frente a treinta adolescentes sin interés, motivación y, muchas veces, sin educación. Cuando pasaron los años me di cuenta de que la docencia era más que eso. Es cierto que hay veces en las que el camino que recorremos hasta conseguir un objetivo es espinoso y con muchas puertas cerradas. Los profesores ideales no son los que llegan a clase, se ponen a dar su lección y se van, sino los que, además, se implican con los alumnos y los orientan para que tengan éxito en la vida, no solo en el ámbito escolar o profesional, sino también en el personal.
En ese año 2010 fue la primera vez que me ofrecieron trabajar como coordinadora de un taller de conversación de español para extranjeros en Francia. Como previamente he comentado, ese año estaba dispuesta a todo, a comerme el mundo, aunque no tenía experiencia en ponerme delante de los alumnos más allá de las exposiciones de clase y no tenía una base teórica sólida sobre cómo se enseña español a extranjeros más allá de una asignatura que di en la carrera. Aun así me tiré a la piscina. El primer día de clase ya tenía claro "qué quería ser de mayor": profesora de español para extranjeros. Lo supe desde el primer instante en el que vi que mis palabras tenían sentido para mis alumnos, que, de una forma u otra, iban a influirles en su camino en el aprendizaje de español y en otros ámbitos de sus vidas. Para mí no hubo cosa más gratificante que ver en sus ojos una respuesta positiva a mi acción, a mi implicación con ellos y que, día tras día, asistían con una sonrisa a estos talleres gratuitos sin falta. Es cierto que tuve muchísima suerte con esos alumnos estupendos y que no todas las aulas son iguales. Pero ahí está el reto, en confiar en nuestras posibilidades para enfrentarnos a esas dificultades que se nos presenten, en confiar en que la experiencia nos irá dando los ingredientes necesarios para ser docentes competentes.